Monday, February 13, 2023

Entrevista a EUGENIA CABRAL

 


¿Qué es para usted la poesía?


Es un espacio de libertad, pero que al mismo tiempo impone la lógica de la lengua, del idioma que cada quien habla.

 

¿Podría usted contarnos un poco de su vida, de sus obras publicadas, sus premios, su actividad literaria?


Nací en Córdoba, en 1954. Leo de todo desde que era muy niña, por influencia del poeta Romilio Ribero, que fue mi maestro en la lectura y en escuchar música. He sido y soy militante socialista revolucionaria desde los 19 años. Tengo una hija, Natalia Herrera– que me dio a mis nietos, Mateo y Victoria- y un hijo: Francisco Vargas.

He publicado poesía, ensayo y teatro, desde 1984 hasta el presente, en editoriales de Córdoba y Buenos Aires; mis artículos han aparecido en distintos medios o han formado parte de libros en Argentina, Costa Rica, Perú, Italia, España.

He obtenido premios y distinciones en Argentina, Venezuela y España.

Le he dedicado mucho empeño a la investigación sobre el poeta Juan Larrea (Vigilia de un sueño. Apuntes sobre Juan Larrea en Córdoba, Argentina (1956-1980). EDUVIM (Editorial de la Universidad de Villa María, provincia de Córdoba). Ensayo e investigación bio-bibliográfica, 2017) y desde 1995 hasta el presente a mi colaboración literaria en obras producidas por el Teatro La Cochera, de Córdoba, cuyo director es Paco Giménez.

 

¿Cuándo empezó a escribir? ¿Por qué?


Comencé a escribir poemas a los 28 años, luego de un intento de suicidio. 

 

¿Cómo definiría a su poesía?


No tengo una definición, supongo que es precisamente porque la vivo como un espacio de libertad.

 

¿Qué autores influyeron en su poética?


Federico García Lorca y en general la Generación del 27, César Vallejo y los poetas argentinos, muchísimos de ellos.

 

¿Cuál es el fin que le gustaría lograr con su poética?


No me propongo una finalidad, solo dejo fluir mi pensamiento, se trate del tema que se trate.

 

¿Qué poema elegiría usted si tiene que optar por uno en especial? ¿Por qué?


Elegiría a “Tabaco”, porque no tuvo la menor concesión con la forma de pensar ni de escribir habituales en el ambiente en que me movía en esos años.

 

¿Cómo ha cambiado su lenguaje poético a lo largo de los años?


Al comienzo era más escueta y más abstracta en el decir poético. Después comencé a dejar fluir sin pausa, incluso escribiendo gran parte de mis textos en prosa, sintácticamente hablando.

 

¿Para usted se nace o se hace escritor?


No sé si es una cosa más la otra, o si es una u otra, pero supongo que como todo uso del lenguaje se debe precisar del ejercicio y el perfeccionamiento constante, si se quiere llegar a dominarlo.

 

¿Qué consejos le daría a un joven escritor/escritora que se inicia en este bello camino de la PALABRA?


Que lea, que lea mucho y toda clase de géneros textuales, pero en lo posible en castellano, salvo que domine el idioma original de las obras que lee.

 

¿Cómo ve usted actualmente la industria editorial?


Como siempre, o al menos desde hace muchos años: dedicada a la ganancia, no a la tarea cultural.

 

Si tuviera que recomendar un libro de poesía, prosa, cuento, novela, etcétera, ¿cuáles recomendaría?


Es difícil para mí recomendar, creo que cualquier primer paso en el camino es válido. Siempre recuerdo una anécdota maravillosa de un integrante de un taller literario que yo coordinaba: trabajaba en la recolección de basura y me contó que una noche, cuando el acoplado del camión dejó caer todas las bolsas con desechos, vio que un pequeño objeto había quedado a un costado y lo recogió: era un libro de poemas de Alfonsina Storni y esos fueron los primeros versos que leyó, se enamoró de ese tipo de lenguaje y por eso asistía a mi taller, para poder leer y escribir versos. Esa es la magia de la lectura de poesía.

 

¿Qué opina de las nuevas formas de difusión de la palabra, ya sea en páginas de Internet, foros literarios cibernéticos, revistas virtuales, ñusleter,  blogs, etcétera?


Están muy bien, hay que aprovechar todos los avances tecnológicos que sean útiles para la cultura. El mundo ha transitado desde las tablillas de Sumer hasta los e-book.

 

Eugenia Cabral

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