Entrevista a FERNANDO SÁNCHEZ ZINNY
¿Qué es para usted la poesía?
-Un intento por demorar la muerte.
¿Podría usted contarnos un poco de su vida, de sus obras publicadas,
sus premios, su actividad literaria?
-De mi vida hay poco para contar: pasé
muchos años por el periodismo y la docencia y hubo un lapso, cercano, a los
veinte años, en que no me ocupé activamente de nada literario, sin por eso
dejar de ser lector omnívoro. He publicado una decena de poemarios, varios
libros sobre temas no estrictamente literarios: alguna lexicografía y ensayos
sobre asuntos históricos, aparte de
trabajos académicos. Han tenido a bien otorgarme la Faja de la SADE; el Esteban
Echeverría, de Gente de Letras; el Gran Premio de Honor de la Fundación
Argentina para la Poesía y el segundo y el tercer premio municipal.
¿Cuándo empezó a escribir? ¿por qué?
-Tardíamente, no antes de los dieciocho o
diecinueve años y en realidad no sé por qué. Antes de eso leía y escuchaba
sobre libros, sobre historia, sobre política, por ósmosis familiar. De origen
conozco la tradición literaria y sus normas prácticas: eso no tuve que
aprenderlo.
¿Cómo definiría a su poesía?
-Como una bandera desteñida que azota el
viento.
¿Qué autores influyeron en su poética?
-Muchos y de muchos ya me he olvidado. Pero
todos somos hijos de una época y en su momento mis opciones fueron Pablo Neruda
y Rafael Alberti, dualidad a la que después incorporé a otros de los que quiero
rescatar a uno muy olvidado, que es Emilio Prados: le debo algunas de las más
altas emociones poéticas que he experimentado. No amo las traducciones de
poesía y, sin embargo, gracias a ellas, conozco a los latinos, a Omar Khayam…
Digo más, aparte del castellano sólo tengo con soltura el francés, lo que me ha
permitido conocer a Paul Valéry, a Paul Éluard, a Saint John-Perse.
¿Cuál es el fin que le gustaría lograr con
su poética?
-Creo que eso ya lo he contestado, pero
para poner un poco de sal en la reiteración, digamos “extender la agonía”.
¿Qué poema elegiría usted si tiene que
optar por uno en especial? ¿Por qué?
-¿Un poema mío? ¿O de otro? En este último
caso elegiría, por ejemplo, lo de Manrique… Si se trata de lo propio, elegir
uno en particular me parece que es casi como hermanarse con la soberbia; amo
“Debo ir al mar”, también tres o cuatro “retratos” que hecho de mí, también un
soneto que hace siglos dediqué a Juan José Folguera… ¿Por qué? Eso lo dejo sin
contestar.
¿Cómo ha cambiado su lenguaje poético a lo
largo de los años?
-No sé si ha cambiado; tal vez ahora mi
verso sea menos conciso, más difuso, como si quisiera abarcar más…
Simultáneamente, la extensión del poema suele ser menor.
¿Para usted se nace o se hace escritor?
Aquí, ante todo, planteo una reserva:
apenas si me considero escritor; lo que he querido ser es poeta, eso sí, a no
ser que, en cuanto periodista, se entienda que he pasado por la condición de “escritor fragmentario”,
acaso… En cuanto a la pregunta, diré que
por ahora pienso que poeta se nace y escritor se hace.
¿Qué consejos le daría a un joven
escritor/escritora que se inicia en este bello camino de la PALABRA?
-Que lea, que aprenda idiomas, que trate de
viajar, si puede… No como turista, naturalmente. Aunque los viajes no sólo son
horizontales sino también verticales; ir a ver la plenitud y de ahí tomar el
colectivo para visitar la frustración, lo no cumplido, también es un viaje y
suele ser provechoso.
¿Cómo ve usted actualmente la industria
editorial?
-Pero eso no es más que un equívoco
semántico: una cosa era el editor que editaba (es decir, financiaba
publicaciones) en la gran época de la expansión cultural y otra, muy distinta,
el editor que edita (es decir, cuida la impresión) y cobra por hacerlo. Tampoco
se me hace correcta esa apelación a una cierta “industria editorial”: estimo
que hay una actividad editorial más o menos adosada a la industria gráfica.
Si tuviera que recomendar un libro de
poesía, prosa, cuento, novela etc ¿Cuáles recomendaría?
-Sólo cabe recomendar lo que nosotros
mismos hemos tenido necesidad de releer: lo demás no es serio. Circunscrito a
lo nuestro mis últimas experiencias han sido con Porchia y con el González
Tuñón juvenil; en prosa todo se me hace más difícil, pero puedo citar un género
disruptivo como es el ensayo y ahí tengo la Historia de una pasión argentina,
de Eduardo Mallea, dolorosa maravilla que nos está esperando.
¿Qué opina de las nuevas formas de difusión
de la palabra, ya sea en páginas de Internet, foros literarios cibernéticos,
revistas virtuales, ñusleter, blogs etc?
-Todo es útil, llegado el caso.
Por último ¿Quiere usted agregar algo?
-Algo que se me ocurre forzado por estas
preguntas: todo consiste en olvidarse de uno sin olvidarse del todo.
Fernando Sánchez Zinny
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