Entrevista a CELINA VAUTIER
¿Qué es para usted la poesía?
Es una vía de comunicación que expresa mis más profundas emociones. Nace de mis sentimientos y, a veces, de mis tripas
¿Podría usted contarnos un poco de su vida, de sus obras publicadas, sus premios, su actividad literaria?
Contar mi vida, teniendo en cuenta mi edad, sería muy largo y complicado. Digamos que gracias a diferentes circunstancias, creo que fue la poesía una de las salidas de mi vocación que siempre se inclinó por el arte (danza, canto, música). Vocación frustrada, dado que nacida en una época en que una mujer dedicada a cualquier expresión artística era mal vista, recién a los 30 años encontré, a causa de una situación poco feliz, una manera de ocupar mi mente fuera de mí misma, haciendo teatro. Fue en Colombia (donde viví durante 9 años), de la que partí llevada por las circunstancias, con mi primer hijo y mi segundo esposo, para ir a Alemania; de allí volví a Argentina, en 1964, donde nació mi segundo hijo y que volví a abandonar para volver a Alemania y luego radicarnos en Perú, lugar donde pude dedicarme al teatro durante los 5 años en los que permanecí allí.
¿Cuándo empezó a escribir? ¿por qué?
Fue en Perú, y a la edad de 40 años que comencé a escribir, primero una especie de diario de viaje, para desembocar en la poesía, sin más bagaje de conocimiento que el haber tenido desde mi adolescencia la compañía casi constante de los libros de Rubén Darío, Amado Nervo, Neruda, Sor Juana Inés de la Cruz, Alfonsina Storni, Vallejo, Nicolás Guillén y tantos otros. Escribí mi primer poema como resultado de haber dejado de amar a mi esposo después de 7 años de matrimonio y con quien conviví otros 7 años. Y seguí escribiendo poemas hasta 1983. Desde allí pasé algo más de 10 años sin escribir un verso. Por muchos años escribí poemas, sin darlos a conocer, un cierto pudor me lo impedía.
Recomencé en el noventa y pico, ya ni recuerdo cuándo y me animé a presentar algún trabajo mío a un concurso de Ediciones Baobab. El hecho de haber recibido algunas menciones de honor y de participar en antologías me dio ánimo para seguir escribiendo. De allí en más participé en dos antologías de 12 autores, gané un segundo premio de poesía romántica. Hice Taller con Mario Pettorosi y más tarde en la misma editorial con Pettorosi, Susana Boyadjian, Marisa Martínez Pérsico y Claudio Símiz. Leí poesía propia y ajena durante un año en el programa que conducía Eduardo Zanini los domingos en Radio América, edité 2 libros y tengo ahora muchos trabajos inéditos que deberé ordenar porque es mi intención ver si puedo publicar un tercero y tal vez un cuarto libro.
¿Cómo definiría a su poesía?
No podría dar una definición para el total de mi poesía. Porque si bien mucha de ella es de la que yo llamo “ombliguista”, como llamo a la poesía que no hace sino expresar nuestros sentimientos y emociones, el dolor, el amor, los recuerdos, también hay muchos poemas míos en que reacciono frente a problemas sociales o sociopolíticos: la paz, la guerra, la destrucción del equilibrio ecológico.
Hay algo en lo que yo creo profundamente, y es en la inspiración.
Mi poesía se gesta subconscientemente, da vueltas en mi cabeza hasta que se plasma en un par de primeros versos, que debo anotar inmediatamente y continuar. A veces no logro rematar el poema. Lo dejo “sedimentar” un par de semanas y lo retomo. Es el momento de la corrección. Pero ese momento del primer impulso, la compulsión del poema, me encuentra. Yo no busco el poema. El poema me encuentra.
¿Qué autores influyeron en su poética?
Definitivamente, y en los comienzos, Darío. En cuanto a la atmósfera del poema, los franceses (no traducidos: creo firmemente que es imposible traducir la poesía. La traducción rompe el poema)
¿Cuál es el fin que le gustaría lograr con su poética?
Expresarme y expresar el sentir de tantos que pueden sentir lo mismo que yo frente a las diferentes situaciones que enfrentamos en la vida, pero que no encuentran la forma de hacerlo. Dar. Escribir poesía, como hacer una escultura, pintar un cuadro, bailar o cantar, cualquier forma del arte, es, creo, un acto de amor.
¿Qué poema elegiría usted si tiene que optar por uno en especial? ¿Por qué?
¿Un poema mío? Es difícil elegir uno sólo. Mi forma de escribir ha ido cambiando con el tiempo. En principio hay uno que se llama “Cómo te explico” que es profético y otro, que escribí hace pocos meses, que llamé “Ensueño poético” que marcó un salto muy grande en cuanto al contenido y a la forma..
Los poemas son como mis hijos: diferentes, pero no puedo decir que prefiera uno u otro. También tengo algunos que no me convencen del todo. Nacieron con algún defecto congénito (me refiero a los poemas).
Si tuviera que elegir uno no propio, me quedo con “Liberté” de Paul Eluard, pero en francés.
¿Cómo ha cambiado su lenguaje poético a lo largo de los años?
Si bien vuelvo algunas veces a una forma más clásica del poema (por ejemplo muchas veces, casi sin darme cuenta, hago sonetos), y entonces trato y cuido que el soneto sea correcto en lo que respecta a las reglas que lo rigen, cada vez más opto por el verso libre. Pero hay algo que cuido siempre, y es que el poema tenga un cierto ritmo, una cierta cadencia, una melodía. No la que yo pueda darle al leerlo, sino una melodía propia, que surge de la frase, del giro que se le dé a la frase y no de la métrica del verso. Pero eso ya forma parte de la habilidad del poeta para decir su poema.
¿Para usted se nace o se hace escritor?
Se nace y se hace. Creo que hay que ser lector empedernido y entonces se puede hacer escritor.
¿Qué consejos le daría a un joven escritor/escritora que se inicia en este bello camino de la PALABRA?
Que lea, que lea mucho. Buenos autores. En poesía, algunos de Neruda, muchos de Borges, de Quevedo, de Darío, de Vallejo, también de Fernández Moreno. En cuento, a Poe, a Quiroga. Borges es cuestión de gustos. A Cortázar. En novela a García Márquez, a Ray Bradbury, a Truman Capote, a Víctor Hugo. Pero nunca más cierto aquello de que “lo que Natura non da, Salamanca non presta”…
¿Cómo ve usted actualmente la industria editorial?
Mmmmmmm… deja mucho que desear. Es un negocio en el que sale perdiendo el escritor, y muy especialmente, el poeta.
Si tuviera que recomendar un libro de poesía, prosa, cuento, novela, etc. ¿Cuáles recomendaría?
Poesía: independientemente de sus puntos de vista personales, Borges.
Cuentos: Todos los fuegos el fuego, de Cortázar.
Novela: El otoño del patriarca, de García Márquez
¿Qué opina de las nuevas formas de difusión de la palabra, ya sea en páginas de Internet, foros literarios cibernéticos, revistas virtuales, ñusleter, blogs, etc.?
Personalmente, prefiero sentir el libro entre mis manos, si es posible que se sienta su olor, ya sea a viejo o a nuevo. Para leer muchos poemas prefiero a veces imprimirlos primero. Pero eso es algo completamente personal. Los jóvenes se sienten cómodos leyendo en la pantalla del monitor.
Por otra parte, si no queremos terminar totalmente con los bosques, habrá que acostumbrarse. Lo que no sé es cómo se van a proteger los derechos de autor. Especialmente del novelista. Los poetas ya sabemos que de la poesía no se puede vivir. Y observando las vidrieras de las librerías, no se ven nunca libros de poesía.
Por último ¿Quiere usted agregar algo?
No,pido disculpas, creo que ya hablé demasiado.
Quiero, eso sí, agradecer tu interés (perdón por el tuteo) por conocer a la persona de una poeta.
CELINA VAUTIER
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