Entrevista a RICARDO ROJAS AYRALA
¿Qué es para usted la poesía?
La poesía es un divertimento del espíritu
que con suerte es, de tanto en tanto, trascendente a pesar de sus míseros
artesanos. Nace de tratar de volver en palabras lo sublime de estar vivo, de
enfrentarse contra las maravillas y las contrariedades de la naturaleza, las
cosas de las personas y las circunstancias del mundo. Deviene, en algún
momento, en un arte literario. ¿Cómo explicamos ese momento de encuentro con
uno mismo en un sendero apartado de la montaña, un segundo después de que
amanece, en el arribo definitivo de lo
inesperado, al voltear la vista y ver el camino efímero de nuestros pasos en la
nieve borrándose, en medio del mar donde nunca haremos pié, en el comienzo de
un asunto formidable, al plantar cara al ventarrón más furioso e incontrolable,
en la zancada siguiente de la mitad exacta del desierto, al lograr lo remoto,
en el instante del goce o la risa, ante el final de todas las cosas y de todos
los seres, al resbalar en el hielo más frágil, al titubear ante lo incierto, en
el inicio inequívoco de la noche más profunda y umbría? La poesía, creo, es el
intento de atrapar con palabras lo milagroso de la vida, el amor, el miedo, la
felicidad, la soledad, el fracaso, la justicia, las epifanías, el dolor, los
otros, el ensueño humano, la fragilidad, la euforia, la bondad, lo consciente y
el más allá.
¿Podría usted contarnos un poco de su vida, de sus obras publicadas,
sus premios, su actividad literaria?
Soy Ricardo Rojas Ayrala, un escritor
argentino. Mi obra consta de 18 libros de poesía, relato y novela, editados en
México, Italia, El Salvador y Argentina. Soy secretario de Cultura del
Sindicato de Empleados de Farmacia (ADEF). Con Marta Miranda dirijo el Festival
Internacional VaPoesía Argentina, literatura e inclusión, que este año
celebrará su XI edición. Entre otros reconocimientos, obtuve el Tercer Premio
Municipal de Literatura de la Ciudad de Buenos Aires y el Fondo Metropolitano
de Artes y Ciencias. Resulté finalista del V Premio Internacional de Poesía
Víctor Valera Mora. Gané el Premio Latinoamericano de Literatura de la UNAM y
el concurso internacional “Papeles de la Pandemia” convocado por Letralia.
¿Cuándo empezó a escribir? ¿por qué?
Me anoticié de que la literatura servia
para algo a los nueve años, con mis compañeritos de escuela primaria. Yo les
escribía breves cartitas de amor con versitos para que consiguieran novia y,
pues, las conseguían. En mi casa había una biblioteca inmensa sin puertas donde
vos podías agarrar los libros que quisieras y así yo aprendí a leer solo, antes
de la edad escolar; escribir me pareció algo natural desde siempre, cualquiera
puede ser escritor. Escribo por que todos tenemos algo importante que decir.
Escribo para que todos y todas me lean. La Biblioteca Nacional de la República
Argentina, desde la muy eficaz Dirección de Colecciones, se tomó el trabajo de
asegurar que estuvieran todos mis libros en su catálogo a disposición del
público no hace tanto, de manera gratuita e irrestricta. Una alegría inmensa,
gracias otra vez a todos los que lo hicieron posible, tanto a los trabajadores
de la Biblioteca Nacional, a las Autoridades como a las Editoriales que
cedieron gentilmente todos los libros. Gracias.
¿Cómo definiría a su poesía?
Una obra en acción que dialoga de modo
irreverente e iconoclasta con el juicio adusto de la tradición literaria, que
dispone la ironía, la sensibilidad, la chanza, la belleza, la crítica
descarnada, la duda, el porvenir, el asombro y el doble sentido en el centro de
la escena literaria. Una apuesta poética contemporánea al llamado, la
invitación y el reclamo por un mundo mejor para todas y todos, para la
construcción de una comunidad más sana, justa y amorosa. La alegría debe dejar
de ser, apenas, un botín de guerra de los poderosos de turno. La alegría debe
enseñarse en los claustros de primeras letras como la matemática o la
fisiología comparada.
¿Qué autores influyeron en su poética?
Muchos y lo siguen haciendo cada vez más,
César Vallejo, Pascal Quignard, Antonin Artaud, Manuel Scorza, Olga Orozco,
Catulo, Milorad Pavic, Delmira Agustini, Federico García Lorca, Tómas Mann,
Juan L Ortiz, Flannery O´connor, Alejandra Pizarnik, Yasunari Kawabata, Ida
Vitale, Margaritte Yourcenar, Saki, Octavio Paz, Ismaíl Kadaré, Jorge L.
Borges, Ciorán, Nicanor Parra, André Bretón, Antonio Porchia, Margarite Duras,
Felisberto Hernandez, infinitos otras muchas y muchos más y los tantísimos
nuevos que estoy leyendo, ahora, de las más recientes literaturas.
¿Cuál es el fin que le gustaría lograr con
su poética?
Mejorar un poco el mundo. Dejarlo algo
mejor de lo que lo encontré al venir.
¿Qué poema elegiría usted si tiene que
optar por uno en especial? ¿Por qué?
Eligiría un montón, pero vamos con uno, este
de mi amadísimo Leopoldo María Panero.
HIMNO A SATÁN
Sólo la nieve sabe
la grandeza del lobo
la grandeza de Satán
vencedor de la piedra desnuda
de la piedra desnuda que amenaza al hombre
y que invoca en vano a Satán
señor del verso, de ese agujero
en la página
por donde la realidad
cae como agua muerta.
Lo elijo porque es bellísimo y terrible.
Panero fue uno de los gigantes poetas de habla castellana. Una persona que se
pasó, como interno, la mayor parte de su vida en los manicomios de España y, al
igual que Holderlin, tenía un trato de tú a tú con lo inefable.
¿Cómo ha cambiado su lenguaje poético a lo
largo de los años?
Mucho más de lo que yo hubiese querido.
Pero esto es un trabajo como cualquier otro, evoluciona, se amplía, se
diversifica, se extravía, retorna, posee un devenir propio. Si bien yo creo que
siempre vas escribiendo sobre 8 o 9 cosas nomás, tu quehacer literario se va
afinando, se va volviendo más profundo por su propio desarrollo, por sus
propios senderos, en sus caprichos, en sus bromas inesperadas y eso te lleva a
cambiar de un modo casi inevitable. El poeta es un trabajador.
¿Para usted se nace o se hace escritor?
Las dos cosas suceden, creo. Pero todo esto
es muy simple, un proceso natural te diría. El asunto después es escribir, y
tachar, y borrar, y reescribir, y volver a tachar. Venimos con la inquietud, el
ímpetu, la alucinación, la sensibilidad quizá y el prodigio literario en
potencia, en suma: la predisposición, que muchos le llaman vocación, y después
la vida te condiciona absolutamente, te boxea demasiado, te talla a su manera
más risible, te embravece con todos los malestares y te vuelve escritor para
toda la eternidad.
¿Qué consejos le daría a un joven
escritor/escritora que se inicia en este bello camino de la PALABRA?
Qué insistan, que no se conformen, que lean
y trabajen, que corrijan y corrijan y corrijan. Que lean todo y de todo. Que se
relacionen con sus pares y con sus maestros. Que se relacionen con todos los
otros y las otras. Que se rían mucho -y muy fuerte- porque les va la vida en
ello. Que se preocupen, que se ocupen y que se despreocupen. Que participen.
Que no bajen sus banderas, que no resignen jamás ninguno de sus ideales, de sus
derechos y de sus utopías. Que defiendan sus elecciones. Que se enamoren sin
medir las consecuencias y que dejen todo para hacer el amor con quien les venga
en gana. Que escriban. Que se involucren. Que vivan a borbotones. Que estén al
sol, que ocupen los espacios, que sean visibles, que marchen. Que se organicen.
Que lo festejen todo. Que bailen, besen, lean, luchen, viajen y canten. Que se
carcajeen encima todo el día. Que escriban, escriban y escriban.Y sobre todo
algo que más que un consejo es un deseo: que puedan cambiar de una vez el mundo
por uno más humano, más tolerante, más fraternal, más ciudadoso, más festivo,
con justicia social e inclusión. Que funden una comunidad infinitamente mejor
que esta de ahorita mismo. Y que vuelvan a a leer y a escribir, escribir y
escribir. La literatura nos brinda un mundo donde entramos todos.
¿Cómo ve usted actualmente la industria
editorial?
Rara. La irrupción colosal del libro
digital ha complicado un poco más la impresión en formato papel y por suerte
hay una explosión de nuevas editoriales que nos publican a muchos de nosotros.
Yo siempre he tenido suerte y me publican mucho, estoy muy contento con eso y
les agradezco a todos mis queridísimos editores de ayer, de hoy y de mañana.
Si tuviera que recomendar un libro de
poesía, prosa, cuento, novela etc ¿Cuáles recomendaría?
Recomendaría un libro que no es tan
conocido en Argentina, que si bien se consigue es difícil de hallar: El zorro
ártico, de Sjön, un preciosor. Un libro de prosa que muy tranquilamente podría
ser un llamado delicadísimo a la poesía.
¿Qué opina de las nuevas formas de difusión
de la palabra, ya sea en páginas de Internet, foros literarios cibernéticos,
revistas virtuales, ñusleter, blogs etc?
Qué está muy pero muy bien. Qué hay que
alentarlas, apoyarlas, acompañarlas y contribuir a su éxito. La web está plaga
de tonterías, zonceras, reeles zonzos y boutades, que haya otras ofertas me
parece no sólo muy saludable sino directamente imprescindible.
Por último ¿Quiere usted agregar algo?
Agradecerte a vos, Gustavo Tisocco, una vez
más tu buena voluntad y te felicito por esta inmensa, ardua y generosa tarea de
difusión, tan valiosa, sostenida en el tiempo. Luego, seamos felices ahora, ya
mismo, y divirtámanos como locos con sombreros nuevos, esto dura muy poco.
Ricardo Rojas Ayrala
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