Entrevista a LUIS BENITEZ
¿Qué es para usted la poesía?
-Según yo la entiendo, no es solamente una disciplina literaria dotada de una extensa tradición e historia. Creo que consiste, además, en el medio más certero que hemos encontrado para aludir a las cuestiones que van más allá de los dominios del lenguaje; esto es, desde luego, una paradoja, dado que la materia de la poesía es el lenguaje y, por ende, mi afirmación anterior implica que el objeto de la poesía es su fracaso, dado que no puede ir más allá de los límites que le señala su materia misma. Sin embargo, en la poesía se encuentra altamente desarrollado el poder de la alusión, que si no permite mostrar, sí posibilita referirse a, reflejar, crear un fantasma lingüístico emparentado con/similar al objeto. Este objeto, obviamente, no es otra cosa que lo real o una de sus partes, que, como sabemos, es imposible de vislumbrar para nosotros. Así, la poesía es también un valioso instrumento de conocimiento, aunque como queda dicho, también está condenada al fracaso de la representación, por otro lado, un imposible para toda creación. La representación, en sí, es un objetivo que queda fuera del arte y de la literatura por otra razón no menos poderosa: porque la obra de creación es un objetivo en sí misma, carente de otra dependencia fundacional.
¿Podría usted contarnos un poco de su vida, de sus obras publicadas, sus premios, su actividad literaria?
-Nací en Buenos Aires el 10 de noviembre de 1956 y soy miembro de algunas instituciones culturales de nuestro país y del exterior, entre ellas: la Academia Iberoamericana de Poesía, Capítulo de New York, EE.UU., con sede en la Columbia University, de la World Poets Society (Grecia), de la International Society of Writers (EE.UU.) y de la Sociedad de Escritoras y Escritores de Argentina. He recibido el título de Compagnon de la Poèsie de la Association La Porte des Poetes, con sede en la Université de La Sorbonne, París, Francia. Asimismo, mi obra recibió algunos reconocimientos nacionales e internacionales, algunos de los cuales son: el Primer Premio Internacional de Poesía La Porte des Poètes (París, 1991); la Mención de Honor del Concurso Municipal de Literatura (Poesía, Buenos Aires, 1991); el Segundo Premio Bienal de la Poesía Argentina (Buenos Aires, 1992); el Tercer Premio del Concurso Fundación Inca Seguros (Poesía, Buenos Aires, 1995); Primer Premio Joven Literatura (Poesía) de la Fundación Amalia Lacroze de Fortabat (Buenos Aires, 1996); el Primer Premio del Concurso Internacional de Ficción (Montevideo, 1996); el Primo Premio Tuscolorum Di Poesia (Sicilia, Italia, 1996); el Tercer Premio Eduardo Mallea de Narrativa (Buenos Aires, período 1995-1997); el Primer Premio de Novela Letras de Oro (Buenos Aires, 2003); y el Accesit 10éme. Concours International de Poésie (París, 2003). Recientemente fui seleccionado como finalista en el Concurso La Nación-Editorial Sudamericana de Novela 2006, por mi obra “El metro universal”. Mis obras publicadas son las siguientes: Poemas de la Tierra y la Memoria (poesía, Ed. Stephen and Bloom, Bs. As., 1980); Mitologías/La Balada de la Mujer Perdida (poesía, Ultimo Reino, Bs. As., 1983); Poesía Inédita de Hoy (Un panorama contemporáneo de la poesía inédita argentina) (introducción, notas y selección de 100 autores, Ed. NOUS, Bs. As., 1983); Juan L. Ortiz: El Contra-Rimbaud (ensayo, 1ra. ed. Ed. Filofalsía, Bs. As., 1985, 2da. ed. Ed. Filofalsía, Bs. As. 1986); Behering y otros poemas (poesía, 1ra. ed., Ed. Filofalsía, Bs. As., 1985, 2da. Ed. Cuadernos del Zopilote, México D.F., 1993); Guerras, Epitafios y Conversaciones (poesía, Ed. Satura, Bs. As., 1989); Fractal (poesía, Ed. Correo Latino, Bs. As., 1992); El Pasado y las Vísperas (poesía, Ed. de la Universidad de los Andes, Venezuela, 1995); El Horror en la Narrativa de Alberto Jiménez Ure (ensayo, Ed. de la Universidad de los Andes, Venezuela, 1996); Selected Poems (antología poética, selección y traducción de Verónica Miranda, Ed. Luz Bilingual Publishing, Inc. Los Angeles, USA, 1996); La Yegua de la Noche (poesía, Ed. Ediciones Del Castillo, Santiago de Chile, Chile, 2001); Tango del Mudo (novela, Ed. de la Plaza, Montevideo, Uruguay, 1997. Ed. Piel de Leopardo/Wordtheque, Bs. As., 2003); Jorge Luis Borges: La tiniebla y la gloria (ensayo, Ed. Lea, Buenos Aires, 2004); El Venenero y Otros Poemas (poesía, Ed. Nueva Generación, Buenos Aires, 2005) y La tarde del elefante y otros poemas (poesía, Ed. Ala de Cuervo, Caracas, Venezuela, 2006). Sobre mi obra se han publicado los siguientes volúmenes: Sobre las poesías de Luis Benítez, de Carlos Elliff (ensayo, Ed. Metáfora, Bs. As., 1991); Conversaciones con el poeta Luis Benítez, de Alejandro Elissagaray y Pamela Nader (Tomo I, 1995, Tomo II, 1997, Ed. Nueva Generación, Bs. As.) y Antología (selección y ensayo preliminar de Alejandro Elissagaray, 2001, Ed. Nueva Generación, Bs. As.).
¿Cuándo empezó a escribir? ¿por qué?
-Comencé a escribir –a intentar escribir literatura- a los 11 años. Recuerdo que se trató de un pseudocuento titulado El Alfiler, que felizmente no conservé. Luego insistí con algunos otros relatos, de los que sólo recuerdo un título: La Rata Verde, con el que gané un concurso de la escuela secundaria que me llenó de orgullo y confusión. Respecto de la poesía, mis primeros intentos se produjeron alrededor de los 15 años, más bien como consecuencia de mi afán con las lecturas de los clásicos españoles del siglo XIX y XX. Aprendemos por imitación, ya sabemos. Luego descubrí a los vanguardistas franceses, y, posteriormente, hacia mis 20 años, a la poesía inglesa, que le dio un giro fundamental a mis intentos. Los poetas que más me impactaron fueron los románticos ingleses: Byron, Coleridge, Shelley, Keats; luego T.S. Eliot, Ezra Pound, y fundamentalmente, Dylan Thomas, para mí –en mi desarrollo- el autor más importante. Y por supuesto, los poetas metafísicos ingleses del siglo XVII, que son una lectura ineludible.
¿Cómo definiría a su poesía?
-Como un intento de comprender lo exterior a mí y comprenderme, así como de expresar las relaciones que observo entre las partes del todo, yo incluido. Claro que es una premisa demasiado abarcativa y nunca lograré cumplir más que con una parte infinitesimal de sus alcances. Pero ello, si lo logro alguna vez, me dejará más que satisfecho. Hasta ahora, creo que apenas tuve algunos pocos aciertos. No escribí nada importante todavía, no sé si alguna vez llegaré a ello. Pero intento dejar escritos algunos versos que valgan la pena.
¿Qué autores influyeron en su poética?
-Además de los que ya referí, por supuesto Pablo Neruda (influencia de la que felizmente ya me liberé) y César Vallejo (influencia que me gustaría que se hubiera acentuado más en mi obra). También numerosos autores norteamericanos, como Allen Ginsberg, Allen Tate, Edgar Allan Poe, Denise Levertov, Richard Wilbur, Theodore Roetke, Amy Lowell y su sobrino (como poeta, menor que su extraordinaria tía) Robert Lowell, Emily Dickinson y en menor medida, Gregory Corso. Entre los argentinos, desde luego Jorge Luis Borges, el inevitable Borges. Y también Juan Laurentino Ortiz, Joaquín Giannuzzi, Antonio Requeni (posiblemente el mayor poeta argentino viviente, en mi opinión), Oliverio Girondo, César Rosales, Olga Orozco, Francisco Madariaga y Enrique Molina (estos dos últimos fueron mis amigos), y Esteban Moore, probablemente el poeta argentino más original de las últimas generaciones.
¿Cuál es el fin que le gustaría lograr con su poética?
-Lograr una universalidad de mi poética, con un sesgo nacional reconocible, sin que ninguno de estos dos campos menguara la importancia del otro. No creo que lo vaya a lograr, pero lo intento.
¿Qué poema elegiría usted si tiene que optar por uno en especial? ¿Por qué?
-Pregunta muy difícil, esta. Posiblemente, optaría por En el Arduo Aniversario de una Boda, ya que –estimo- sintetiza varias de las aspiraciones de mi poética, las que ya sumariamente señalé.
¿Cómo ha cambiado su lenguaje poético a lo largo de los años?
-Gracias a frecuentar la obra de poetas mayores que yo, creo que se ha sutilizado y paralelamente, mi poesía ha ganado en capacidad de comunicación, que no es un camino despreciable: logra llegar mejor al lector, no para comunicar un mensaje unívoco –cosa que por suerte, es imposible y si fuera posible, implicaría un acto deleznable- sino para tentar al lector a realizar una interpretación propia, a intentar su propia construcción en la polisemia. Yo tenía dificultades para ello hasta mi tercer libro, creo, y desde entonces hasta ahora he mejorado bastante. Espero seguir haciéndolo, porque como bien decía T.S. Eliot: “No hay facilidades en el verso libre para el muchacho trabajador”. Aunque se trate de un trabajo siempre arduo, resulta ser muchas veces satisfactorio.
¿Para usted se nace o se hace escritor?
-Un escritor es una construcción cultural, como la poesía misma o la interpretación del lector. Ahora que las circunstancias en que esa construcción cultural, el escritor, se constituye como tal, es una de las cuestiones más misteriosas que se pueden plantear. Cómo sucede, yo no lo sé. Pero que sucede, sucede.
¿Qué consejos le daría a un joven escritor/escritora que se inicia en este bello camino de la PALABRA?
-Que preste atención suma a cuanto le aconsejen otros autores, las obras de otros autores, y también sus lectores, pero que se atenga fundamentalmente a lo que él entiende, oscura o claramente, que es su poética, tanto en la etapa de formación como ya en la de maduración. Debe escribir como él lo hace, no como otros le dicen que debe hacerlo. Y también que no olvide que debe escribir como un poeta, no como un período: si no se siente posmoderno –por ejemplo- que no pruebe de disfrazarse porque todo saldrá muy mal. Tampoco debe intentar agradarle a nadie, mucho menos a los críticos y a los autores que, a priori, tratan de escribir para que sus obras se amolden a tal o cual teoría en boga. La teoría deja de estar de moda, se va, y no queda poema alguno detrás de ella. Lo que nuestro hipotético joven autor debe buscar es su propia voz, no los ecos de otras, por más aparentemente “conveniente” que ello le parezca. Y también, que busque influencias, que no las espere, que salga a encontrarse con ellas: si carece de síntesis, que lea a Borges; si su tono es de vuelo bajo, que acuda a Antonin Artaud o se enfrasque en Tate, Pound, Dylan Thomas. La influencia buscada es uno de los grandes remedios para las enfermedades poéticas.
¿Cómo ve usted actualmente la industria editorial?
-Mejoró bastante su salud, pero ello no mejoró nuestra situación como poetas. En realidad, parece que siempre nos manejamos independientemente de ella. En los dorados ´60, cuando las editoriales argentinas pasaron por su mejor momento, cuando la clase media consumía autores nacionales y existían las revistas que eran capaces de darle un espaldarazo efectivo a un autor, los beneficiarios fueron los narradores: Cortázar, Sabato, Beatriz Guido, pero no los poetas. Siguieron manejándose casi como ahora, en tiradas reducidas, lejos del gran público. En el resto del mundo no sucede nada demasiado diferente. Yo leo las quejas de amigos poetas de otros países y parecen calcadas de las nuestras.
Si tendría que recomendar un libro de poesía, prosa, cuento, novela etc ¿Cuáles recomendaría?
-Los poemas completos de Dylan Thomas, traducidos por Elizabeth Azcona Cranwell para Editorial Corregidor. Las obras completas de Jorge Luis Borges, editadas por Emecé y también todos sus títulos posteriores. Los poemas completos de Joaquín Giannuzzi, editados también por Emecé. Toda la obra poética de Antonio Requeni, Enrique Molina, Juan L. Ortiz.
¿Qué opina de las nuevas formas de difusión de la palabra, ya sea en páginas de Internet, foros literarios cibernéticos, revistas virtuales, ñusleter, blogs etc?
-Han resultado la mejor ayuda, en los últimos años, para los poetas. Podemos acceder a los lectores específicos sin pasar por las engorrosas operaciones anteriores, tales como la desesperante correspondencia previa con los editores de revistas literarias, etc. Hoy podemos publicar nuestras obras no sólo en nuestro país, sino en muchos otros, y paradójicamente, en mi caso, observo que es más fácil publicar fuera de la Argentina que dentro de ella. Desde la India a los Estados Unidos, desde Suecia e Inglaterra hasta Sudáfrica, es posible hacer contacto, proponer colaboraciones y acceder a la publicación de un modo bastante abierto. De hecho, mi último libro, La Tarde del Elefante y Otros Poemas, se publicó en Caracas, gracias a contactos previos realizados, en buena parte, vía Internet. No me animo a pensar, por otro lado, qué hubiera sido de nosotros, poetas, si no hubiera surgido este universo virtual al que nos estamos refiriendo, con los elevados costos del correo corriente y los tiempos que insume la comunicación por su intermedio. Probablemente, seríamos más insulares, poéticamente hablando, de lo que ya somos pese a Internet.
Por último ¿Quiere usted agregar algo?
Mi agradecimiento a este blog, que me permite con tanta generosidad disponer de espacio para comunicarme con sus numerosos visitantes y alberga con no menos generosidad mi poesía, junto a la de otros poetas que me merecen un altísimo respeto como lector del género.
LUIS BENITEZ
2 Comments:
"Pipa" Benitez... la última vez que te vi "danzamos poéticamente" abrazados a Korneta (de "Los Gardelitos" quien lamentablemente falleció...) en MALDITA GINEBRA, ebrios los tres, y felices, de poesía y de blues.
¿Cuando te tenemos nuevamente como: "Poeta especial de la noche" en el ciclejo?
Te dejo mi mail: malditaginebra@hotmail.com
MALDITA GINEBRA, todos los viernes 24hs. en Corrientes 3416, puertita blanca al lado de un quiosquito...
Pipa, las cervezas van por nuestra cuenta... desde ya...
Urrus.
David Antonio Sorbille dijo...
Estimado Luis: cuánta erudición y profundidad en tus palabras. Mi sincera admiración.
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