Monday, February 20, 2023

Entrevista a CÉSAR CANTONI

 


 

¿Qué es para usted la poesía?

 

La poesía es una relación misteriosa entre el lenguaje y el lado inefable de la realidad, que el poeta percibe intuitivamente. 

 

¿Podría usted contarnos un poco de su vida, de sus obras publicadas, sus premios, su actividad literaria?

 

Nací en el Hospital Español de La Plata el 23 de febrero de 1951 y vivo en el barrio platense de Villa Elvira. Desciendo de lombardos por vía paterna y de gallegos por vía materna. Pase una infancia y una adolescencia felices, sin sobresaltos ni privaciones. Estudié Derecho y cumplí con el Servicio Militar Obligatorio en el, por entonces, Batallón de Comunicaciones y Comando 101 con asiento en City Bell, donde entretuve mis noches de guardia recitándoles versos a los grillos y a la luna. Hasta los veinte años no sabía si iba a ser jugador de fútbol, ajedrecista o escritor. Finalmente, prevaleció la escritura. Hoy tengo doce libros de poesía publicados (incluida una antología personal), uno de aforismos y dos cuadernillos (un poemario y una crónica sobre el Grupo Literario Latencia, que integré a fines de los años 70). Figuro en una treintena de antologías y compilaciones poéticas. Algunos de mis poemas fueron traducidos al inglés, francés, italiano, portugués, catalán, griego, ruso y albanés. También publiqué artículos y críticas en diarios, revistas y páginas virtuales. Desde 2012, administro el blog de poesía platense “Los poetas no van al cielo”. En cuanto a los premios obtenidos, ya hace mucho que los borré de mi currículo literario por entender que no suman nada a la obra en sí misma y sólo son motivo de ostentación. Coincido, al respecto, con Ana Emilia Lahitte cuando expresa: “Para un escritor que se respete, sabido es que sólo cuenta el juicio –favorable o no– de sus pares y de los pocos, necesariamente pocos maestros que nos rodean. Incluso, las distinciones, los premios, no agregan un ápice a la jerarquía de un escritor, de un artista. Contribuyen, sí, a su difusión y son los premios los que se enriquecen cuando están bien acordados”. 

 

¿Cuándo empezó a escribir? ¿por qué?

 

Empecé a escribir cuando iba a la escuela primaria. Entonces, escribía unos poemas muy sencillos y musicales, a imitación de los que leía en los libros de lectura de la época. Escribía instintivamente, sin saber por qué lo hacía. La poesía era para mí como una función fisiológica más, como orinar o respirar. Así continué escribiendo hasta que el acto de escribir se volvió una labor consciente, una forma de asignarle un sentido a la existencia, y decidí publicar mis primeros poemas. 

 

¿Cómo definiría a su poesía?

 

Considero que el autor no es la persona más indicada para referirse a su obra. De todos modos, para no eludir la pregunta voy a responder sintéticamente, no definiendo mi poesía sino esbozando algo de mi propósito creador, para lo cual recurriré a palabras que ya empleé en otra oportunidad: “Que la reflexión no excluya la emoción poética y que el concepto –eje vertebrador del poema– encuentre su justa carnadura en imágenes del mundo físico, preferentemente domésticas y urbanas”. Queda a cargo de los lectores juzgar el resultado. 

 

¿Qué autores influyeron en su poética?

 

Muchos, por cierto. Algunos, incluso, sin que yo lo sepa. El primero que signó mi creación, a fines de los años 60, fue Neruda, que, con sus consignas sociales y su poesía amorosa, era un poeta insoslayable para los jóvenes entusiastas que escribíamos versos. Debo reconocer, asimismo, que siempre leí con placer e interés a los griegos (Kavafis, Seferis, Elytis, Ritsos...) y a los italianos (Montale, Quasimodo, Ungaretti, Pasolini, Saba, Pavese...), pero, quizá, los que mayor gravitación tuvieron sobre mi obra fueron los anglosajones, tanto ingleses (Lawrence, Auden, Spender, Larkin...) como norteamericanos (Pound, Eliot, Masters, Stevens, Williams, Lowell...). Lo que me atrae de estos últimos es el carácter conceptual y realista que, en términos generales, posee su poesía. Entre los argentinos, Giannuzzi me hizo volver la mirada hacia la cotidianidad, y Borges y Castillo me adiestraron en el manejo del lenguaje. 

 

¿Cuál es el fin que le gustaría lograr con su poética?

 

Cuando era joven soñaba “cambiar la vida”, azuzado por Rimbaud. Eran años utópicos en que los sueños iban atados a la poesía. Hoy ya no creo que ésta pueda salvar al mundo, como auguraba Ginsberg, modificar la realidad ni producir grandes transformaciones colectivas. En lugar de ello, me gustaría que mi poesía instara a reflexionar al lector, pero también que fuera capaz de conmoverlo, de transferirle el sentimiento poético que hizo propicia su creación. 

 

¿Qué poema elegiría usted si tiene que optar por uno en especial? ¿Por qué?

 

Es una pregunta ciertamente difícil. Son muchos los poemas que podría mencionar. Pienso ahora en los “Cuatro cuartetos”,  de Eliot, en “Mithistórima”, de Seferis, en los poemas de Pessoa, de Quasimodo, de Montale, de Kavafis, de Vallejo... En fin, tantos... Aun así, quiero recordar de manera especial “Romiosini”, de Yannis Ritsos, traducido por Horacio Castillo. Lo destaco porque es un poema de enorme trascendencia y porque, además, posee una belleza incomparable. 

 

¿Cómo ha cambiado su lenguaje poético a lo largo de los años?

 

No creo que haya cambiado demasiado. La claridad, la economía verbal y la precisión han sido siempre las características principales de mi escritura. Y siguen siéndolo. 

 

¿Para usted se nace o se hace escritor?

 

Así como un músico necesita conocer el instrumento que toca, el poeta necesita conocer el propio; o sea, el lenguaje poético. Cuánto más lo conozca, mayor será el provecho que pueda obtener del mismo. La poesía exige, pues, un aprendizaje, pero lo que establece la diferencia entre los buenos y los malos poetas es el don natural. 

 

¿Qué consejos le daría a un joven escritor/escritora que se inicia en este bello camino de la PALABRA?

 

No me siento autorizado para aconsejar a nadie, ni siquiera a los más jóvenes. Sólo les recomendaría que lean mucho, desde los clásicos hasta los diarios. La lectura es un presupuesto sine qua non para escribir poesía. 

 

¿Cómo ve usted actualmente la industria editorial?

 

La industria editorial es algo que no me preocupa demasiado. La poesía siempre estuvo al margen de los carriles comerciales, lo que no impide que circule subterráneamente. Ella responde a una necesidad, no a un interés. Ya lo dijo Guillermo Boido: “La poesía no se vende/ porque/ la poesía no se vende”. 

 

Si tuviera que recomendar un libro de poesía, prosa, cuento, novela etc ¿Cuáles recomendaría?

 

Otra pregunta difícil de responder. ¡Hay tantos libros para recomendar! Sólo a título ilustrativo citaré los “Cuentos”, de O. Henry, “El extranjero”, de Abert Camus y los “Cuatro cuartetos”, de T. S. Eliot. 

 

¿Qué opina de las nuevas formas de difusión de la palabra, ya sea en páginas de Internet, foros literarios cibernéticos, revistas virtuales, ñusleter,  blogs etc?

 

Todas las formas de difusión citadas son importantes: contribuyen a dar visibilidad a la poesía y permiten acercarse a muchos autores que, de otro modo, no sería fácil conocer. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que los formatos digitales cambian rápidamente y pueden desaparecer en cualquier momento. En este sentido, las ediciones en papel ofrecen mayor confiabilidad, al mismo tiempo que entablan (a través del tacto, el diseño gráfico, los olores) una relación más estrecha y sensual con el lector, que yo sigo prefiriendo actualmente. 

 

Por último ¿Quiere usted agregar algo?

 

No iba a hacer uso de esta opción, pero ahora se me ocurre decir que los libros y el fútbol han sido y siguen siendo mis mayores pasiones. Como buen argentino, siempre le pegué más patadas a los rivales que a la pelota. Mi club favorito es Estudiantes. En un cajón de mi cómoda hay una camiseta rojiblanca que dice “Campeón del Mundo”. Fuera de esto, amo la soledad; sobre todo, la soledad creadora. Puedo estar largas horas conmigo mismo sin aburrirme. No me gusta hablar mucho ni escuchar a los otros demasiado tiempo. El crecimiento urbano desmesurado ha terminado por hacerme añorar la vida bucólica, el contacto con la naturaleza. Por lo demás, siempre me atrajeron las causas perdidas, los perdedores, los que no tienen nada que perder porque ya lo perdieron todo. Para mí la ganancia está en la pérdida. Salgo poco, viajo poco, me muevo poco, por lo que es improbable que la muerte me pille fuera de mi ciudad. Esta ciudad en la que espero descansar definitivamente un día, acunado por el aroma de sus tilos, el rumor de sus fuentes y las voces de esos pájaros que, como escribió mi amigo Horacio Castillo, siempre “cantan en los cementerios”.

 

César Cantoni

4 Comments:

Blogger César Cantoni said...

Gracias, Gustavo, por tanta generosidad.

2/20/2023  
Anonymous Anonymous said...

Excelente entrevista. Un gusto leerla y conocer al poeta un poco más.

2/21/2023  
Blogger rosa graciela said...

Tus palabras César siempre tan acertadas no dejan de mover mi interés y debo decirte que llego a conmoverme y hasta deleitar como bien establece el Código. FELICITACIONES
Rosa Graciela Carretto

2/22/2023  
Blogger Adela said...

Interesantes respuestas. Felicitaciones!

2/24/2023  

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